En la emblemática obra El Árbol de la Ciencia de Pío Baroja, se contraponen dos visiones de la existencia: el Árbol de la Ciencia, que simboliza el racionalismo y la búsqueda del conocimiento a través de un camino arduo, y el Árbol de la Vida, que representa el vitalismo y el placer inmediato. Esta dualidad sirve como una poderosa metáfora para analizar las políticas de subsidios e innovación en el contexto europeo actual, especialmente en el ámbito de la movilidad sostenible.

Subsidios: el Árbol de la Vida

Los subsidios pueden compararse al Árbol de la Vida, ofreciendo soluciones inmediatas y tangibles. Programas como el MOVES III en España, aprobado en 2021 y cancelado en enero de 2025, han proporcionado incentivos para la adquisición de vehículos eléctricos e infraestructuras de recarga. Sin embargo, este plan fue criticado por priorizar el despliegue de redes de recarga masivas, a menudo gestionadas por grandes empresas, sin una evaluación estratégica sobre si este modelo contribuye realmente a la sostenibilidad.

Además, el MOVES III no logró incentivar la adopción de vehículos eléctricos al nivel de otros países europeos. Mientras que en Francia y Portugal los vehículos eléctricos alcanzan cuotas de mercado del 21% y 16%, respectivamente, en España se situaron en torno al 10%, lejos de la media europea. Este desequilibrio refleja la desconexión entre los subsidios otorgados y los resultados obtenidos.

A nivel de gasto en subvenciones, los datos más recientes de 2024 muestran que los países que más invierten en ayudas dentro de la Unión Europea son:

  1. Francia: 50.038 millones de euros.
  2. Alemania: 40.091 millones de euros.
  3. Italia: 27.154 millones de euros.
  4. Bélgica: 16.890,1 millones de euros.
  5. España: 13.123 millones de euros.
  6. Países Bajos: 11.511 millones de euros.
  7. República Checa: 5.568 millones de euros.
  8. Grecia: 4.313 millones de euros.

Es relevante destacar que España gasta un 61,1% más que la media de la Unión Europea en subvenciones, ya que la media de gasto en la UE es de 8.146 millones de euros por país, lo que coloca a España significativamente por encima de esa cifra

Innovación: el Árbol de la Ciencia

Por otro lado, la innovación se asemeja al Árbol de la Ciencia: un camino complejo que exige esfuerzo, constancia y una inversión sostenida en investigación y desarrollo. Este trayecto está lleno de fracasos, pero es esencial para generar avances significativos y duraderos. Xavier Marcet lo resume de manera contundente: «Innovar no es dispersarse en mil ideas, es tener foco y persistir en aquellas que realmente generan impacto«.

En términos de inversión global en I+D, los países que más gastan en investigación y desarrollo son:

  1. Estados Unidos: 473,4 mil millones de dólares (2,742% del PIB).
  2. China: 409 mil millones de dólares (2,1% del PIB).
  3. Japón: 179,8 mil millones de dólares (3,584% del PIB).
  4. Alemania: 109,4 mil millones de dólares (2,869% del PIB).
  5. Corea del Sur: 91,6 mil millones de dólares (4,292% del PIB).

En términos de porcentaje del PIB dedicado a I+D, Corea del Sur lidera con un 4,292%, seguido de Israel (4,109%), Japón (3,584%), Suecia (3,161%) y Finlandia (3,174%).

A pesar del incremento en la inversión en I+D en España, que alcanzó los 22.379 millones de euros en 2023 (1,49% del PIB), el país sigue por debajo de la media de la Unión Europea, situada en torno al 2,2% del PIB.

La sostenibilidad se perfila como el gran motor de la innovación en el siglo XXI. Pascual Berrone sostiene que «no hay futuro sin empresas que apuesten por un modelo responsable e innovador». Áreas como la inteligencia artificial, el Internet de las Cosas (IoT), la ciberseguridad y la movilidad sostenible representan los pilares tecnológicos sobre los que debe construirse el progreso. Sin embargo, la innovación no ocurre de manera aislada: depende de un ecosistema sólido que fomente la colaboración entre empresas, centros de investigación y universidades. Xavier Ferràs lo explica así: «La innovación no es una herramienta, es una actitud: la de desafiar lo establecido, romper barreras y buscar constantemente mejores soluciones».

La síntesis necesaria

Aunque a menudo se perciben como opuestos, los subsidios y la innovación son enfoques complementarios. Los subsidios pueden ser el catalizador que impulse la innovación, pero solo si están diseñados para fomentar la excelencia, la competitividad tecnológica y la sostenibilidad. Europa debe evitar caer en políticas de subvención que persigan resultados inmediatos pero carezcan de una visión estratégica a largo plazo.

La aceleración de los ciclos tecnológicos subraya la importancia de adoptar esta combinación. Si en la última década vivimos revoluciones como el Big Data y el Blockchain, y ahora estamos en pleno apogeo de la Inteligencia Artificial, el siguiente gran salto tecnológico está a la vuelta de la esquina. Sea cual sea, la clave será combinar políticas de subsidios estratégicos con una apuesta decidida por la investigación y el desarrollo.

Reflexión final

Al igual que en la obra de Baroja, donde el equilibrio entre el Árbol de la Ciencia y el Árbol de la Vida es esencial para una existencia plena, en las políticas públicas, la combinación de subsidios e innovación es la fórmula ganadora. Como señaló el Nobel Harold Kroto, «sin educación científica, la humanidad no durará más allá del siglo XXI». Si queremos un futuro sostenible, debemos invertir en ciencia, innovación y sostenibilidad. Estas deben ser las prioridades de nuestras políticas de subsidios, porque representan la base de un progreso auténtico y duradero.

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