Actualmente el petróleo significa un factor fundamental en el día a día de la sociedad, con la necesidad de esta de desplazarse continuamente empleando el menor tiempo posible. El inconveniente reside en la escasez de este recurso fósil y la contaminación que produce en el medio ambiente. Por otro lado, la desmesurada demanda de este recurso limitado hace que sea inviable su utilización en un futuro próximo. Este factor abre las puertas a alternativas sostenibles al combustible, y la mejor posicionada para cubrir estas necesidades de la población son los vehículos eléctricos, puesto que son eficientes, silenciosos pero sobre todo sostenibles.
El principal objetivo de las pequeñas y grandes empresas es dar a conocer las ventajas de estos tipos de vehículos al público a la vez que se trabaja a marchas forzadas para conseguir hacer los vehículos más eficientes con el fin de originar una movilidad sostenible.
Otra variable de la ecuación de la sostenibilidad es la adaptación de las grandes ciudades a las nuevas tendencias haciéndolas más inteligentes y sostenibles, y en consecuencia, aumentando la calidad de vida de las personas. Pero todos estos cambios son insignificantes si los verdaderos protagonistas del desplazamiento, los transportes públicos, no se adaptan a las nuevas propuestas y tendencias de un mundo más sostenible.
La cuestión acontece pues en la baja comercialización de estos tipos de vehículos, y es que el motivo se centra en la baja autonomía de las baterías eléctricas, el alto precio de estos y sobre todo en la dificultad de encontrar puntos para cargar estas baterías. Pero la mejora de estos medios de transporte está avanzando a pasos de gigante para hacerlos competitivos y ocupar un lugar más que importante en el mercado del automovilismo.
Por lo tanto, podemos estar seguros que en un futuro no muy lejano los vehículos eléctricos reinarán las calles de nuestras ciudades, y así andaremos con pisada firme hacia un mundo más sostenible y mejor para todos.
Adrià Casas.